domingo, 15 de febrero de 2009

TIMADOS




Dos,dos,dos,dos,siete,ocho, quince y catorce. Hay una pùber tan anciana que aguarda nuestro recaudo. El aroma de los cadàveres humeantes en las cacerolas. Si no hay cadàveres no hay proteinas. Dice el doctor sobre la pùber anciana. El rìo serpentea sobre tu cuerpo instalando en ti, aquella sazòn de rima. Habla la puerta mientras te deja fuera. El verdadero rincìon donde el tul cae por entre los muslos. Èl luce su religiòn en sus genitales. Gèlido mensaje de los labios. Los tuyos. Hemos conjugado la merienda con elapetito de las efigies...

Roza sus manos incesante sobre la superficie de la grumosa pared intentando no caer en la gravedad de sus requerimientos. Los sofitos se traslucen al adherirnos a ellos.

Ella llega a suc asa se desnuda y s eposa delante del espejo cuyo reflejo es un inmensolagarto que come manì... Confites para ver pasar el tranvia àmbar que aguja nubes... Dieciseis, veinte y cincuentaicinco...

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